Latitudes. Poesía mexicana actual: Zel Cabrera (Guerrero, 1988)
Zel Cabrera (Iguala de la Independencia, Guerrero, 1988). Poeta. Periodista egresada de la Escuela de Periodismo Carlos Septién. Becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas (periodo 2014-2015). Obtuvo el Premio Estatal de Poesía Joven 2013. Becaria del Programa de Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artístico de Guerrero (PECDAG, periodo 2012-2013). Autora de Naufragios (La tarántula dormida, 2011). Algunos de sus poemas están publicados en diversos medios nacionales como Variopinto, Este País, Planisferio, La Jornada y Punto en Línea.
Bonsái
Todo bonsái se cree el único árbol sobre la tierra.
Rolando Kattan
Cuidar de un bonsái no es tan difícil
dicen los manuales en internet
pero el bonsái es una planta delicada,
más delicada que una palma,
más delicada que una orquídea, es decir,
no apta para personas que nunca están en casa,
personas olvidadizas de los horarios
o las rutinas de riego,
que no saben nada de abono
o de cómo cuidadosamente trasplantar raíces
a macetas más grandes,
personas que ignoran
que la tierra debe tener un ciclo,
que existen plagas e insectos
que se comen las raíces
hasta que solamente queda un tronco seco.
Para conservar frondoso y sano un bonsái,
habrá que saber su especie, su familia,
su clima. Habrá que preguntar
la frecuencia con la que necesita regarse
si es de sombra o de sol
y cuando se riegue,
hacerlo generosamente –no a cuenta gotas–
comprobando que el agua salga perfectamente
por el drenaje inferior.
Es necesario hacer una fertilización periódica
para reponer los nutrientes, es conveniente
utilizar un abono especial,
(tenga cuidado de no usar demasiado).
Deje que respiren sus raíces.
Los manuales dicen
que hay que poner atención
en el color de las hojas.
y de vez en cuando,
sacarlo a tomar el sol.
En la sala del apartamento
hubo alguna vez un bonsái
que nos hizo sentir en casa
como aquellas promesas
que alumbran los inicios.
Le pusimos nombre
como si fuera una mascota,
era testigo de nuestros domingos
viendo la NFL,
le tomamos fotografías
lo regamos puntualmente
y desde su mínima maceta
saludó durante un tiempo
la poca luz que entró por la ventana.
Su cabellera verde
nos convenció de que algo estaba naciendo.
Pero un día,
sin que ninguno de los dos lo notara
sus hojas empezaron a marchitarse,
y una plaga de insectos,
a hurtadillas,
comenzó a desvalijarlo
a separarle las raíces de la tierra,
a morder sus delgados cimientos
hasta la muerte,
hasta que ya no quedaba nada
y era tiempo de entender
que hay personas inexpertas
que no están hechas para cuidar plantas,
o alumbrar promesas.