Violette Ailhaud: El hombre semen. Por Joaquín Escobar

 

Violette Ailhaud: El hombre semen
Ediciones edicola, 2015.
46 páginas.
$5.000.

Por Joaquín Escobar

Luis Napoléon Bonaparte, sobrino del icónico Napoléon, realizó en Francia un Golpe de Estado mientras era presidente. Su intención fue modificar la constitución para presentarse nuevamente a las elecciones. Quienes se levantaron para protestar contra este atentado a la democracia fueron principalmente pueblos del sur de Francia, pues la comunidad parisina en su gran mayoría se mantuvo estática y sin reacción. La resistencia de los sureños estuvo mediada por organizar ejércitos populares que lucharan por sus derechos. Pero la historia es la de casi siempre. Lamentablemente la resistencia fue derrotada y Bonaparte reasumió el poder como Napoleón III. Exiliados, asesinados y encarcelados terminaron la gran mayoría de los sublevados, de hecho, la masacre fue tal que en el pueblo de Volx no quedó ningún hombre. Arrasaron con lo masculino: ahora había un poblado habitado por viudas y niños. Hecho histórico similar al ocurrido en La guerra de la triple alianza, donde el pueblo paraguayo quedó en su gran mayoría conformado por mujeres, pues hombres y niños fueron acribillados en una guerra desigual contra Argentina, Brasil y Uruguay, quienes se aliaron para quedarse con gran parte del territorio guaraní.

Violette es hija de Ailhaud, uno de los principales agitadores contra el despotismo de Napoleón. Desaparecido mientras luchaba, fueron junto a Martín -novio de su retoña- de los últimos hombres en habitar esas tierras. Recordados, llorados e idealizados, deambulan como fantasmas por la cotidianeidad de Violette, quien es una de las cabecillas de una comunidad que comenzó a organizarse y edificarse solamente con mujeres. “El hombre semen” narra esta historia. La de un poblado del sur de Francia que por circunstancias políticas se vio obligado a reconstruirse de muchas formas, pero que siempre le asigno prioridad a despejar la incógnita de cómo seguir proliferando la vida. Luego de dos años sin relacionarse con hombres, vislumbran a un caminante que deambula por los cerros para poco a poco internarse en el pueblo de Volx. Al momento de visualizarlo, ya todo estaba estudiado: “Nuestro primer objetivo era su semen, luego su fuerza de trabajo y, por último, su presencia. Nunca su amor”.

Violette Ailhaud escribió este breve texto en 1919, sin embargo,por expresa petición de su autora no vio la luz hasta más de treinta años después. Al momento de morir, Ailhaud dejó la novela en un sobre sellado con el mensaje de que sólo podía ser abierto por la mayor de sus descendientes antes del verano de 1952. Yvelyne fue quien cumplió sus deseos, transformándose el relato en un éxito total, vendiéndose cientos de miles de ediciones solamente en Francia.

Un texto delicado, conmovedor y comprometido. Desde el cual  se pueden trazar diversas formas de lectura, una de ellas es desde las políticas organizativas que tuvo una comunidad sureña para resistir a un Golpe de Estado, o de la forma en que la derrota determinó la creación de nuevas condiciones de existencia cuando todo era silencio y desolación. También en cada página laten los códigos, los pactos y los acuerdos tácitos de una aldea de mujeres que puso la razón y el pragmatismo por sobrevisceralidad y recuerdos. Pensando con la madurez de la edad, pero nunca extraviando la ternura de los primeros años, Violette y las suyas juegan a vestir espantapájaros con un vestido de novia mientras pacientemente sueñan con la llegada de un hombre del cual no se pueden enamorar.

Altamente recomendable, El hombre semen es un testimonio que por su brevedad, ternura y poética no queremos que llegue a su fin.