Marcelo Guajardo Thomas: Los Celacantos y otros hechos extraordinarios

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Marcelo Guajardo Thomas (Santiago, 1977). Sus libros más recientes son Puerta azul en muro de adobe (2014) y Un momento propicio para el exilio (2011), volumen que reúne textos escritos entre 2002 y 2010. Además de diversas distinciones por sus trabajos poéticos, es autor de la novela La bicicleta mágica de Sergio Krumm, libro que obtuvo el Premio Barco de Vapor el año 2013.

 

 

 

 

 

 

Entrevista RL

¿Qué libros marcan la escritura de Los Celacantos y otros hechos extraordinarios?

Creo que más que un libro en particular fue una suma de imágenes que extraje de diversos formatos narrativos. Una película, un recorte de prensa, un recuerdo. Luego elegí  el ritmo y la paleta de palabras y me largué a escribir. Tenía en ese momento una idea central y fue la que llevé a cabo: una revancha de la naturaleza contra la civilización.

¿Qué dijo tu editor o primer lector cuando leyó los manuscritos?

La primera vez que leí parte de los Celacantos fue en una de las últimas sesiones del taller Santa Rosa 57. En aquella ocasión los textos fueron tratados sin mucho entusiasmo. De aquella primera lectura pública saqué algunas conclusiones. Modifiqué la forma e incluí dos capítulos más. Eso pasó en 2010. Un par de años después los leyeron los editores de Overol y decidieron publicar el texto. Hace unos meses atrás decidimos incorporar unos textos que escribí hace un año aproximadamente y que sin saberlo tenían mucha relación con los poemas originales. Finalmente esos textos sirvieron como columna vertebral del libro y aportaron mucho a la potencia que la edición final tiene.

¿Qué lugar ocupa este libro en tu proyecto literario?

El poemario es la perfecta continuación del compilado Un momento propicio para el exilio (Das Kapital, 2010) de hecho ese libro termina donde Celacantos  ilustraciones 3comienzan los Celacantos, en el mar.

¿Tiene nombre tu próximo proyecto? ¿De qué tratará?

Getsemaní y trata del sueño de los apóstoles durante la vigilia en el Huerto.

De qué preocuparse y de qué no…

La plata me preocupa y también me tiene sin cuidado.

¿Te sentiste cómodo escribiendo este libro?

Lo hice hace unos años así que me siento un poco lejano a él, pero creo que me sentí como cada vez que he escrito poesía: como caminando en cámara lenta.

El futuro de Chile ¿dónde está?

En las expropiaciones.

 

LOS CELADORES DEL CANTO

Presentación de Juan Santander Leal

Una de las particularidades de la épica es la acumulación. De nombres propios o comunes, importantes o sin importancia, la enumeración nos traslada a lo multitudinario, a ser contados uno por uno como si fuéramos pelos en la cabeza de alguien. El libro Los Celacantos y otros hechos extraordinarios acumula la fuerza de las marchas de los seres vivos sobre la faz de la tierra. Es por esto que el pez, el celacanto, es el resumen y objeto del libro. Una especie perdida en la evolución, el estadio más cercano de vida marina a vida terrestre. Es el punto de la transición agua-tierra y después, ese resumen que es la historia del hombre. También, es el paso de la vida desde el mar hacia la tierra, de las branquias a los pulmones, de las aletas a las piernas.

Luego viene la historia del hombre. El tránsito de los nómades hacia la vida sedentaria. El avance de las tribus, de los soldados, de los pueblos. La anábasis, el viaje de la costa hacia el interior. Los Celacantos es una mezcla de historia, mito y ciencia, en la búsqueda de un relato sobre el origen, sobre cómo el hombre fue organizándose, esperanzándose y desengañándose de sí mismo a medida que edificaba lo que llamamos civilización. Los textos se construyen como las marchas de las multitudes, como en Anábasis de Saint John Perse, como un viaje hacia un interior espiritual o conceptual lleno de dioses, compuertas, comarcas, rutas. Formas antropomorfas adoradas, recolectadas, digeridas.

Luego viene una especie de modernidad. La historia de los celacantos transformados en rarísimos humanos: suburbios, industrias, ciudadelas. Todo visto desde una cámara aérea, que registra pacientemente la historia y la geografía como en el comentado canto XXVII de La Araucana de Alonso de Ercilla. En este pasaje, un mago llamado “Fitón” muestra al hablante, en una cueva, una esfera en la que se puede apreciar el “universo de gran traza”. Una especie de Google Maps del siglo XVI, un truco del que generalmente se sirve el hablante épico para sintetizar grandes extensiones de tierra y grandes periodos de tiempo en su poesía. Guajardo usa con gran destreza este dispositivo, le aporta imaginación y fuerza. Lo convierte en una cámara que registra sus excéntricas manadas. “Hasta las más menudas sabandijas”, diría Ercilla.

 
Celacantos ilustraciones1Era en grandeza tal que no podrían
veinte abrazar el círculo luciente,
donde todas las cosas parecían
en su forma distinta y claramente:
los campos y ciudades se veían
el tráfago y bullicio de la gente,
las aves, animales, lagartijas,
hasta las más menudas sabandijas.

Guajardo usa el “nosotros” para incluirse y a la vez desaparecer en esa multitud de la que nos habla. La poesía de las muchedumbres se sirve de estos mecanismos, para incluirnos también en ese gran grupo, para hacernos sentir parte de una comunidad que busca sobrevivir a su historia. “En manadas hacia los valles” es el mantra que se repite .La marcha de los celacantos, peces que pueden ser considerados anomalías de la evolución y, a su vez, eslabones en la cadena evolutiva que llega hasta nosotros. Un orden que se reconoce hecho de desórdenes.

En el texto “Tempestad” hacia el final del libro, logro distinguir versos más secos, más objetivos. Repeticiones y reordenamiento sintáctico como en La ciudad de Gonzalo Millán. Hay un movimiento en descenso, un desmantelamiento de la historia. Pienso en la dictadura, en el registro de un texto más aterrizado, más legible como metáfora de la historia chilena contemporánea, desde el Golpe de Estado hasta la época presente. Las marchas civilizatorias descritas anteriormente son desarmadas, sustituidas por la incertidumbre y los grupos de caminantes se disuelven en individuos que no saben muy bien donde ir y por qué.

Se confunden las lenguasCelacantos  ilustraciones 5
los estratos se confunden
bulle el calor, la canícula bulle se vacían las colmenas
los estanques se vacían
cunde la incertidumbre
el mal se avecina en torbellinos.

El final de Los Celacantos tiende a la esperanza, al agua que llega después de la sequía. Pienso que esta esperanza está relacionada con el canto, con el ejercicio de la poesía. Creo que el libro sugiere esto y lo considero un gran acierto. Guajardo completa el círculo y recomienza. De las grandes tribus a una pequeña, la tribu del futuro, la de los celacantos del porvenir. Quizás ellos se empeñen en escribir una nueva prehistoria, ellos serán los nuevos celadores del canto.


Contraportada de Francisco Ide Wolleter

¿Cuál es la forma latente de lo monstruoso, lo terrible, lo salvaje? ¿Qué figura antropomorfa aguarda el momento propicio para la invasión, la articulación de la venganza? La naturaleza anuncia la catástrofe, exhibe su voluntad, su inteligencia, su capacidad creadora, sus ansias de limpiarse de todo. Como Cthulhu, Godzilla o la criatura de la Laguna Negra, pero en manada, los Celacantos, los pulmonados, avanzan “con pequeños pero sostenidos pasos hacia la luz / el destello de los artefactos” para restaurar el orden del mundo, obligarlo a partir de cero: los pocos que queden sabrán apreciar el agua entre los juncos, cuidarán el refugio, los nuevos establos, “imaginando la luz de los acantilados”. Llovizna, Oscurecimiento, Tempestad, Escampa: cuatro escenarios en que primero las criaturas eclosionan como renacuajos en aguas estancadas y avanzan “sin dientes aún”, “unidos por el vientre”, “recién nacidos”, “vertebrados”, subiendo los acantilados hacia los bosques, hacia la civilización; luego los pájaros adiestrados “oscurecen el sol de las multitudes”, antes que lleguen, se instalen, arrasen con todo, cuando “el mal se avecina en torbellinos”. Un grupo reducido, tribu apenas, despierta al amanecer luego de la tormenta, la pesadilla, y se arrastra acariciante sobre la tierra hacia un nuevo horizonte en que el horror, poco a poco, será olvidado. Así la historia de la civilización, hasta que surge, de nuevo, la pregunta: ¿qué criatura vigila escondida? ¿Qué forma tomará esta vez? Marcelo Guajardo nuevamente nos entrega una poesía de la imaginación, delirante, extraña y tan potente que nos insta a nosotros también, lectores, a la escritura o al menos a la continuación mental de este relato con forma de poema, quizás a la exploración de estos mundos paralelos que el autor deja con la puerta abierta.

Fragmento de Los Celacantos y otros hechos extraordinarios + ilustraciones de Daniela Escobar