John Hersey: Hiroshima. Por Enrique Maldonado

John Hersey: Hiroshima
Debate, 2015
184 páginas
$11.400

Por Enrique Maldonado

Innecesaria y despiadada para los habitantes de Hiroshima y Nagasaki, la detonación de una bomba atómica en un país que se encontraba ad portas del fracaso guerrillero. Arruinó la paz de miles de personas. Personas que poco o nada tenían que ver con la guerra,  que se mantenían alejadas de ella y que su contribución a esta consistía en, no más, que ocultarse del ataque enemigo. El presidente Truman fracasó como hombre, al igual que muchos otros en la historia. El objetivo real de su bomba en Hiroshima, aunque suene desalmado e incluso imaginario, fue una mera demostración del poder estadounidense por sobre Rusia y los otros países involucrados. Una de las pocas cosas que no se puede justificar en la vida es una guerra, menos su uso de armas cada vez más aniquiladoras. Y una de las versatilidades de este libro, es la de profundizar con precisión, sin morbo y con imploraciones neutrales, pero realistas (particularmente en los habitantes de Hiroshima), sobre la decadencia que estalló, provocando el desastre en Japón.

El libro te toma de pies a cabeza, te remueve, te compagina y te descompagina con la realidad presente de tiempos lejanos. Es un túnel de huellas eternas, donde te zamarreas vulnerable, vomitas angustia y pides tener el coraje suficiente como el de los impecables seis protagonistas, que John Hersey retrata con tanta pasión. Su trabajo en este libro es netamente periodístico e informativo, pero su estilo y discurso son más bien humanitarios. Héroes silenciosos de otras épocas, renegados hibakushas (sobrevivientes a las bombas), son los protagonistas de este destronador libro de calamidades, que trata más sobre la latente bondad que prima en tiempos de codicia y asesinatos, más que sobre la catástrofe de Hiroshima. Seis personajes importantes, seis impulsores de la aversión al cansancio, a la fatiga y a la falta de perseverancia son: Toshito Sasaki, Hatsuyo Nakamura, Wilhelm Kleinsorge, Masakazu Fujii, Terufumi Sasaki y Kiyoshi Tanimoto. Ellos reflejan el ejemplo concreto de la obstinación por seguir viviendo.Se resisten a desfallecer, pero dimiten del bienestar propio para poder entregarlo primero a quienes más, ellos creen, lo necesitan. Son el puro ejemplo de que si deseamos algo, lo podemos conseguir, y las maneras son miles, pero poco sutiles. Que la sociedad sea una malagradecida y languidecida, depende de cada uno de nosotros. Aquí, el apocalíptico sueño americano es un recordatorio nítido, un aviso constante, de lo erróneo que vive o quiere vivir la sociedad, cuyo verdadero progreso se ve destituido en este libro. Hablo de un progreso con falta de carácter humilde, y Hersey   nos lo refleja con mortíferas luces de neón, un vaho virulento y una alfombra color rojo sangre. Pide acato, serenidad y comprensión, pero la gracia está en que lo hace sin usar ninguna de estas palabras durante todo el texto.

Realidades e historias que no deben olvidarse. En ellas nuestro autor apunta a los artilleros explícitamente y, sin señalarlos, nos revela cuál es esta falta “demencial”. Para ello, se hace de ejemplos terroríficos, pero, que al mismo tiempo, envalentona la lucha constante por la verdadera paz con los singulares protagonistas de esta gran hazaña. Protagonistas que, como si fuesen un equipo diseñado con pinzas, conforman una historia que me atrevería de catalogar necesariamente universal.