Javier Sinay, Joselo y Jeremías Gamboa: Cuba Stone. Por Gabriel Ruiz Ortega

 

Javier Sinay, Joselo y Jeremías Gamboa: Cuba Stone.

TusQuets, 2016.

224 páginas.

Sobre Cuba se ha escrito lo suficiente, pero este país no es suficiente en sí mismo, puesto que se seguirá escribiendo exponencialmente sobre su actualidad, ahora, y con mayor razón, que ha fallecido Fidel Castro, el dictador que lo convirtió en una cárcel para sus habitantes.

Como bien sabemos, en marzo de este año se llevó a cabo en La Ciudad Deportiva de La Habana un concierto gratuito de la banda Rolling Stones, que como tal fue calificado de histórico. Para no pocos se trató de una mágica sorpresa cuando se confirmó que los capitaneados por Jagger cerrarían el América Latina Olé Tour en La Habana, días después de la visita del presidente estadounidense Barack Obama. Es decir, dos hechos históricos en pocos días, y por ello, había que cerrar el arco de circunstancias con ritmo y estridencia.

Bajo todo punto de vista tenía que registrarse ese suceso, dar testimonio de su valor y de lo que este proyectaría en su inmediato contexto histórico. Esto podríamos pensar, en principio, de Cuba Stone (Tusquets) del argentino Javier Sinay, del mexicano Joselo Rangel y del peruano Jeremías Gamboa. Es decir: un periodista, tres escritores y un músico, que nos presentan crónicas que yacen en un hecho rubricado por el privilegio. En este sentido, CS cumple su objetivo, pero felizmente es mucho más que un testimonio inmediato y reflexivo, hasta podríamos calificarlo como uno de los libros literarios más sugerentes que se hayan publicado en español en los últimos dos años. Quien esto escribe ya se sacudió de las taxonomías genéricas. La literatura es, y lo es más allá de sus parcelas, así los celadores literarios digan lo contrario.

Hablamos también de un triunfo literario no buscado. Si los RS no se presentaban en Cuba, este libro, sencillamente, no existiría, entonces, pureza literaria, no es lo que marcó su existencia, sino el más puro afán comercial, pero la publicación es también un ejemplo (pero contado) que de lo comercial también pueden salir cosas llamadas a perdurar. Además, la publicación cuenta con una capa de la narrativa de No Ficción en español, la argentina Leila Guerriero, encargada de su edición.

De Guerriero y Gamboa, conocía casi todo. En cambio, de Sinay y Joselo no (pese a que Café Tacuba es uno de mis grupos predilectos). Entonces, me sumergí primero en las páginas de los autores que no conocía nada, con Sinay en El último desafío de la banda más grande del mundo (y un viaje a lo profundo del rock cubano) y Joselo con Cambia, todo cambia. La visión del periodista y la del músico, respectivamente, cada cual en sus campos de acción. Sinay viajando hacia la cultura oculta, descubriéndonos el circuito musical cubano, como también desmitificando, entre varias señas, la presencia de los RS, que ha sido vendida en todo el mundo como si fuera la única banda de prestigio que se haya presentado en La Habana. Sinay se desempeña como el periodista de a pie. Por su parte, Joselo escribe de La Habana, desde su condición de músico, pero no es presa de la demagogia del músico sencillo, que destila falsa modestia, sino que su recorrido y cruce de impresiones los realiza sabiéndose un referente.

Gamboa con Rock and roll al ritmo de (las piedras rodantes y) los hijos del “período especial”, nos brinda un fresco generacional de la recesión ochentera peruana y la percepción que le causa su visita a Cuba para asistir al concierto de los RS, pero Gamboa no solo experimenta un viaje al pasado generacional, sino también familiar, pero a diferencia de Sinay y Joselo, él no se considera un admirador de la música de los ingleses.

Sin duda, podríamos decir mucho más de estas tres crónicas, pero hacerlo sería restar un interés que el lector debe descubrir en la experiencia de la lectura, mas ello no impide que se destaquen que estas tres versiones sobre un mismo suceso se valgan por sí solas, lo que nos habla del muy buen trabajo de edición de Guerriero, porque a diferencia de sus otras ediciones, en los que la argentina ha tenido que trabajar con otros escritores y periodistas, se puede percibir aquí que las voces de Sinay, Rangel y Gamboa en ningún momento padecen de homogeneidad discursiva, como sí lo vimos, a saber, en el imprescindible Los malos. Si tuviéramos que subrayar la cualidad mayor de las plumas que sostienen CS,  esta es pues la mirada y oído del escritor de ficción a la caza del asombro, entonces, Guerriero, sabiendo de la fuerza discursiva de estos tres autores, condujo los textos en los senderos del nervio primerizo, que descubre y se deja descubrir por esa realidad de calor, hartazgo, sudor y exceso vital, sin privilegiar factores informativos e interpretativos. Aquí pues yace la riqueza de CS: sus crónicas que la conforman no aspiran a la trascendencia, solo relatan desde el asombro y por esa sola razón van a quedar.