Idioma ideal. Crónica de Ana Oneda

Idioma ideal

Por  Ana Oneda*

 

Hablé por Skype con una buena amiga de Brasil hace un par de días. A lo largo de la llamada, entre confesiones y consejos sin mucho sentido, nos pusimos profundas y me di cuenta de que no encontraba las palabras para decir con exactitud lo que mi cerebro pensaba. La mente funciona mucho más rápida al hablar que al escribir, y es en ese lapso que empiezo a mezclar el portugués con el español.

Sentí un poco de pena al percibirlo. Siempre me ha costado expresarme profundamente en español. No es mi idioma nativo, tampoco conozco todo el vocabulario, y quizás por eso encuentro que es demasiado sincero. A mí la sinceridad abrupta me causa shock, -pierdo el ritmo de la respiración, me ahogo, tiemblo y, en los casos extremos, me pongo a llorar.

Vivo en Chile hace más de cuatro años. En las últimas veces que he ido de vacaciones a Brasil, la gente me ha dicho que estoy más bruta de lo normal. Comentan que ando menos paciente. ¿Será el castellano lo que me ha causado esto?

La cosa es que el portugués me da la impresión de tener fonemas más suaves, blandos, cómo flotar en el agua. Al hablar de mis sentimientos siempre se me hizo necesario el portugués. Me sale más desde el pecho, me parece más grave, conducente. La verdad en portugués cae más cómo una gota. En español me parece pedregosa.

El mejor disco de Caetano Veloso, para mí, es Transa. En las canciones, Caetano juega con el inglés y el portugués. El contraste causa una pequeña sensación de nostalgia. La mixtura está tan hermosamente hecha que, si fuera apenas uno u otro idioma, no tendría el mismo color. El significado que le encuentro sería distinto si el inglés dominara esa obra, o si fuera toda en portugués. Así, traspasa el sentimiento de alguien aislado, alejado de su país, pero que lo piensa y lo reconoce en medio a una “confusión” de cultura extranjera –en ese caso, inglesa.

Hace tiempo vi un video de Rodrigo Amarante en un programa gringo de radio online. Su primer y único disco solista hasta ahora es compuesto de canciones en portugués, inglés y francés. En una de sus respuestas en la entrevista, dijo que escribió en los distintos idiomas porque, al estar en el extranjero, se vio obligado a aprender a expresarse en la lengua de los demás. Es como si cada cosa que uno quisiera decir tenga un idioma donde calza mejor, ya sea en palabras, el ritmo o el sonido.

Es interesante el sabor del lenguaje. Si fuera posible comunicarse con idiomas específicos para diferentes ideas, yo recurriría al español cuando tuviera que hacer trámites, hablar en público o tirar la talla. Lo último es solamente porque me parecen bastante chistosas. Las conversaciones personales y explicaciones filosóficas serían totalmente en portugués. El inglés es para la tecnología o acortar frases cuando hay prisa en decir algo.

Todavía me faltan idiomas para complementar el espectro. Estuve en Sudáfrica, en donde hablaban el Xhosa, y cambiaban la C por un sonido parecido a un estallido con la lengua. Es un dialecto oficial en el país, así que caminar en la calle era escuchar una orquesta de estallos. Entenderlo hubiera sido genial. Si supiera hablar Xhosa, lo ocuparía para hacer juegos de palabra o cantar en la ducha.

En la cabeza de un políglota, los significados van perdiendo o ganando sentido según las palabras y el idioma en que se habla. Es común, en mi caso, buscar un término específico que en portugués es preciso para la idea que quiero pasar, pero en español no lo encuentro. La solución entonces es mezclarlo.

El portuñol es real, mutante y útil. Es moldeable según los niveles de conocimiento del hablante y no sigue reglas precisas: cualquier semejanza a un equívoco tiene como excusa la mezcla. Es la democracia en Latinoamérica. Se usa con frecuencia en las fronteras de Brasil con sus países vecinos. Un líquido que rebalsa de los bordes. Existe incluso música y literatura en portuñol. Manu Chao lo ha experimentado, Caetano Veloso también. Os Mutantes lo usaron en el cómico tema “El Justiciero”. Es un dialecto con historia.

Opinar y vivir en español suele ser, para mí, como abrir un sendero a cuchillazos. Ahí está mi excusa: esto es lo que hablo, reivindicando a los dos países que han poseído mi integridad. Así que si você no entende, debería intentar entender.

 

 

*Ana Oneda (Santa Catarina, 1991). Es periodista graduada en Brasil y traductora. Escribe crónicas, ensayos y reseñas. Ha participado del taller de Ensayos con Matías Rivas, del de composición de obra con Gabriel Zanetti y actualmente del taller de crónicas del Centro para las Humanidades de UDP a cargo de Roberto Merino.