Fernando López: Un corazón en la planta del pie.

Fernando López: Un corazón en la planta del pie.
Villa María. Eduvim, Colección: Tinta roja - Novelas policiales latinoamericanas, 122 pp.
€13.50

 

Por Adriana Santa Cruz.

Para aquellos que disfrutamos del policial y de la ciencia ficción, Un corazón en la planta del pie, de Fernando López, cumple con las expectativas de ambos y, en este sentido, se inscribe dentro de lo que los críticos de la ciencia ficción llaman “cyberpunk”.

El cyberpunk (movimiento, subgénero, corriente estética, según quién lo considere) se caracteriza por la presencia de la ciencia y de la tecnología en el marco de una sociedad caótica donde reina la violencia urbana. Además de posicionarse contra las implicancias negativas de la ciencia y de la tecnología, el cyberpunk muestra un escenario económico controlado por organizaciones muy poderosas e influyentes, pero alejadas de la gente común. Se denuncia así una fractura social en la que los ricos y poderosos se valen de su dinero y de su poder para manipular la sociedad mediante el control de la información. Más allá de la relatividad de las clasificaciones, la novela de López participa de algunas características de dicha corriente.

Un corazón en la planta del pie es la historia de una mujer policía que después de una noche de sexo descubre que su amante ocasional es el asesino que ella está buscando. La identidad de este hombre, perseguido por destruir un banco de embriones, y los alcances de su supuesta acción criminal son algunos de los datos que la novela irá develando de a poco.

Fernando López (nacido en San Francisco, Córdoba, y coordinador de la Colección Tinta roja de Eduvim) narra un futuro distópico, inquietantemente cercano y muy argentino, en el que se cuestiona no solo la ciencia sino también el poder en manos de megacorporaciones que manejan a su antojo la prensa, la investigación científica y los gobiernos de turno. En este punto, el lector recordará 1984 de George Orwell, aunque en el caso de Un corazón en la planta del pie, la lucha todavía es posible.

La novela evidencia, además, una estética típica del policial negro marcada por la oscuridad, los ambientes sórdidos, la corrupción, el vocabulario directo. Hay una policía separada de su cargo, pero contratada como investigadora por el CEPIG (Centro Privado de Investigación genética), y hay un asesino que se transforma en el poseedor de la verdad a medida que avanza el relato.

Es interesante señalar que ninguno de los personajes tiene nombre ni apellido: son mamá, papá, el hombre, el amigo de mamá, el canoso, todos descriptos con pocos rasgos porque lo que importa más es lo que dicen y lo que hacen. La mujer policía y el asesino no son héroes a la manera tradicional, son como los investigadores de la novela negra que llegan a la verdad, pero difícilmente reciban una recompensa o un reconocimiento. Son marginados y así se mantendrán a lo largo de la historia.

El narrador es otro de los hallazgos de Fernando López. Mediante una forma absolutamente original, quien cuenta la historia accede a la información de manera fragmentada, lo que le confiere a la novela una buena dosis de suspenso. Hay varias elipsis y hay un intertexto que recorre el relato, y que hacia el final revela su significado porque, si bien quedan interrogantes por resolver, Un corazón en la planta del pie no deja cabos sueltos en lo que al relato policial se refiere.

Algo de humor y un planteo de fondo acerca de cómo conciliar los avances científicos con la ética completan este policial imperdible en el que tampoco falta algo de poesía, ya que esta es también una historia de amor similar y diferente a otras “según el color de la piel, el idioma o el tinte de las llamas que crepitan en las hogueras de la madrugada”.