ENTREVISTA RL: LEONARDO SANHUEZA + ADELANTO DE SUS LIBROS

Leonardo Sanhueza (Temuco, 1974) ha publicado los libros de poesía Cortejo a la llovizna (Stratis, 1999), Tres bóvedas (Visor, 2003, Premio Internacional de Poesía Rafael Alberti), La ley de Snell (Tácitas, 2010, Premio de la Crítica, 2011) y Colonos (Cuneta, 2011); sus versiones de todos los poemas breves de Catulo, Leseras (Tácitas, 2010), y una antología de sus crónicas, Agua perra (J. C. Sáez Editor, 2007). Este año publicó dos libros de narrativa, La edad del perro (Random House) y El hijo del presidente (Pehuén), y reeditó Tres bóvedas (Bastante) los que se presentan como adelanto a continuación de la Entrevista RL.

 

¿Qué libros tenías en el velador cuando escribiste La edad del perro y El hijo del presidente?

 No tengo velador y, a menos que esté enfermo, nunca leo en la cama. En todo caso, si te para la pregunta, mientras escribí esos libros leía según las tincadas y gustos de siempre, sin pensar mucho en lo que estaba escribiendo, salvo un puñado de libros cuyos personajes, temas o estilos tenían que ver, directa o indirectamente, con La edad del perro: La vida ante sí de Gary, Pelo de Zanahoria de Renard, Payasadas de Vonnegut, Infancia de Coetzee, Winesburg, Ohio, de Anderson, cosas así. En cuanto a El hijo del presidente, las lecturas fueron de investigación, una mezcla de artículos de prensa, papers historiográficos, memorias, novelas que hablaran del asunto, etcétera, y por supuesto tuve que releer al Darío de ese tiempo.

 

¿Cuánto demoró la escritura de cada uno?

La edad del perro no sé cuándo la empecé, porque siempre estoy empezando libros que no termino y que luego borro o dejo por ahí tirados, pero hace unos dos años esta novela se arrancó de ese lote y me decidí a terminarla. El hijo del presidente es caso aparte, ya que es muy cortito y, descontando el tiempo largo que tardé en reunir los “datos duros”, fue muy rápido de escribir, calculo que un par de meses.

 

¿Qué dijo tu editor o primer lector cuando leyó los manuscritos (para cada libro)?

Cómo saberlo ahora, no tengo la menor idea. Pongamos que en ambos casos dijeron: “¿Y qué se pierde con probar?”.

 

¿Qué lugar ocupan estos libros en tu proyecto literario?

No tengo proyecto literario, me carga esa idea. Escribo lo que puedo, lo que quiero, lo que se me ocurre, y no soporto la idea de volverme un burócrata de mí mismo, sentado en la poltrona de la autocomplacencia. Termino un libro, lo publico, y ya está: a otra cosa, mariposa.

 

¿Te es más difícil la prosa o la poesía? ¿Cómo ligas estos géneros?

No sé si se pueda hablar de dificultad, ni menos comparar en esos términos. Cada texto tiene sus propias dificultades, independientemente de si se escribe en verso o en prosa. Lo que sí puedo decir es que al menos en mi caso la poesía es previa a la prosa, no sólo por mi formación, sino también en el acto mismo de la escritura, de modo que cuando escribo “para el lado” siempre estoy echando mano a cosas que vienen del verso, casi mecánicamente.

 

¿Cómo escribes?

Como puedo.

¿Algún proyecto de traducción en marcha, o un ideal de traducción no realizado aún? ¿Cuál, por qué?

Ninguno por ahora. Siempre estoy traduciendo cosas, pero todo muy disperso, nada para publicar.

 

De qué preocuparse y de qué no…

Y qué sé yo. Cada quien tiene sus preocupaciones. Incluso hay gente sin preocupaciones, lo que es muy preocupante, dicho sea de paso.

 

Últimos descubrimientos personales en música, cine y letras.

Siempre ando medio a destiempo con los “descubrimientos”, por lo menos en lo que a música y cine se refiere. En música, hace un tiempo descubrí a Marino Pérez, una maravilla de la vieja bachata cantinera. En cine soy mucho más primitivo, yo diría que lo último “nuevo” que me obsesionó fue ver de nuevo todas las películas de Sergio Corbucci, cuando Tarantino hizo su propio Django y me hizo volver a ver el original y, de ahí, Il grande Silenzio, una joya del spaghetti western que he visto unas quince veces. Y libros, bueno, a cada rato salta la liebre. De lo último: 14 de Echenoz está muy bien, el librito ensayístico de Aira que salió por la UDP es una fiesta, Limónov de Carrère con cien páginas menos habría estado flor y Líquenes de Kurt Folch me tiene muy cachudo con toda su concentración en la dispersión.

 

El futuro de Chile ¿dónde está?

Qué sé yo, pero me imagino que está entre los sueños del Mago Yin y las pesadillas de los señores Luksic, Matte, Paulmann, Piñera, Angelini, etcétera, todos esos señores tan tarados como poderosos que no saben nada de Chile y que apenas logran escribir su propio nombre sin faltas de ortografía.

 

Adelanto: Las primeras páginas de La edad del perro

Adelanto: El hijo del presidente

Adelanto: Tres Bóvedas