Entrevista a Javier Toro Blum

¿Sigues escribiendo poesía?

Sigo leyendo poesía más que escribiendo. Desde las artes visuales he desarrollado una relación más estética que conceptual con la poesía  y eso me ha convertido más en consumidor que productor. Hoy en día prefiero usar la escritura como herramienta intelectual y la pulsión estética entregársela completamente a las artes visuales.

 

¿Cómo relacionas literatura- artes plásticas?

Desde la experiencia estética, y creo que desde ahí se relacionan casi todas las artes e incluso otras manifestaciones culturales. Lo veo por ejemplo en el tono que puede tener un pasaje bíblico y la arquitectura de una catedral, ambas con la intención de hacerte pensar en la idea de Dios, de tener la experiencia de Dios. Una relación similar es la que acerca, por ejemplo, la música de Bob Dylan con la poesía de Allen Ginsberg, o los dibujos de Raymond Pettibon con Sonic Youth. Lo veo como algo que tiene que ver con un tono, con una visceralidad estética dada por ciertas condiciones formales.

 

Sobre NO PASADO, NO PRESENTE, NO FUTURO ¿Qué la inspira?

La muestra tiene que ver con una negación de la temporalidad y en particular de la temporalidad cultural. Con esto me refiero a que lo producido en el pasado no necesariamente ha de manifestarse actualmente en el mundo como algo obsoleto, sino que bajo ciertas circunstancias aún puede percibirse con cierto grado de contemporaneidad, aún resonar en el presente. Me interesa mucho la relación que podemos tener desde nuestro presente con otros tiempos e incluso con otras culturas. Es interesante como por ejemplo los románticos vieron en  las ruinas medievales la sensibilidad que buscaban, o como ciertos pensadores occidentales han visto reflejadas sus ideas en ideas orientales. Creo que estos cruces dan cuenta de procesos subjetivos y sociales muy interesantes  más allá de ser modas o caprichos.

 

¿Qué lecturas, músicas, artes hay detrás?

Tal como lo revela el catálogo de la muestra, el texto “¿Qué es lo contemporáneo?” de Giorgio Agamben es la lectura eje de la muestra. Traduje varios pasajes del texto para el catálogo que reflexionan sobre lo contemporáneo como una especie de dislocación con el propio tiempo. Si tuviera ahora que pensar desde el plano estético la música tiene un rol protagónico como influencia para producir los objetos que expuse. Además de la alusión directa con la escultura del piano a la música, siento que esta resuena en todas las piezas. Envidio profundamente el poder que tiene la música como lenguaje que es abstracto pero a la vez efectivo y con capacidad de comunicar. Hay mucho de Philip Glass, Steve Reich y Beethoven, así como de Sunn o))), Black Sabbath o Justice.

 

¿Cómo se estructura tu proceso creativo, tus métodos de creación?

Hay un comienzo muy intuitivo en que busco determinada experiencia a través de una sentencia formal clara. Luego viene todo un proceso de diseño para la construcción, donde entra un trabajo de gestión y ajuste a lógicas constructivas, para poder dar vida a esa idea inicial dentro de las leyes del mundo material.

 

Hay algo de críptico en tu obra, pienso en la biblioteca quemada, ¿qué buscas con ello?

Más que intentar generar un sentido explícito esa obra surge con la intención de generar una experiencia. La repetición homogénea del material quemado forma un muro unívoco al que te enfrentas. Es como cuando te enfrentas a un cuadro monocromo, la cuestión está en la experiencia pura del color, dado por la escala en tu campo de visión. De todas formas, la elección del libro como objeto para la experiencia tiene una connotación histórica así como cierta intención de memorial, de esa forma se tiñe la experiencia de sentido, pero ahí, en ese plano subjetivo del espectador, es donde me interesa perder el control.

 

¿Cuál es tu próximo paso como artista?

Actualmente estoy exponiendo en el Museo de la Solidaridad de Salvador Allende en el proyecto FISURA y preparo una presentación junto a la banda Föllakzoid en la sala SCD para el jueves 30 de junio.