La fiesta en el vacío - Presentación de Ensayos sobre el silencio. Mapas, gestos y colores de Marcela Labraña. Por Christian Anwandter

 

 

Por Christian Anwandter

Marcela Labraña: Ensayos Sobre El Silencio. Gestos, Mapas Y Colores
Siruela, 2017.
312 páginas
$31.500

Más que verdades categóricas, el libro Ensayos sobre el silencio. Mapas, gestos y colores ofrece constantes “puntos de fuga” (p. 35). Estos no son arbitrarios, sino que responden a un método que busca visibilizar “matices de la ambigua elocuencia de obras silenciosas” (p.35). Antes que un programa, en que cada elemento se subordina a la demostración de una tesis, en el libro observamos la continua construcción de puentes en zonas accidentadas, pendientes abruptas o invisibles, que unen distancias apenas imaginables.

La plasticidad de las relaciones propuestas entre autores y obras de tiempos y culturas diversas supone un riguroso ejercicio de imaginación aplicado no a la ficción, sino a obras y lecturas en que se puede indagar sobre la huidiza naturaleza del silencio. Estos Ensayos recomponen un nuevo terreno para desplegar las distintas pistas indagadas.

Este comparatismo arriesgado al que adhiere Marcela Labraña se focaliza en un imposible: el silencio (porque está y no está, al decir de Gonzalo Rojas). El silencio, puede decirse, actúa como un espejo de la libertad relacional que el libro pone en acción. Efectivamente, pese a estar marcado por la carencia, el silencio aparece en el libro como pura potencialidad y, por lo mismo, como un territorio de resonancias infinitas.

Si el silencio es una interacción que se actualiza en distintos contextos, al interpretarlo es necesario repensar –no presuponer – los sentidos, funciones y usos que ha adquirido o proyectado a lo largo del tiempo. Al mostrarnos esa diversidad de manifestaciones, este volumen abre un camino mucho más amplio, que espero –tal como a mí– convoque a otros: es el investigar mediante la exploración de un corpus abierto y la experimentación de relaciones posibles antes que mediante la delimitación de un corpus cerrado y de la aplicación de un marco conceptual determinado.

El silencio puede considerarse como una especie de emblema o bandera en la que todos quienes están cansados de escribir para demostrar o de escribir para aplicar pueden reconocerse y proyectarse. Es un camino que, al menos en el medio académico, implica una libertad que choca con estrategias que buscan rentabilizar ciertos marcos estables de ideas sobre lo literario, y que se aproximan a sus objetos como serpientes que poco a poco les van quitando el aire.

Lo que hace Marcela Labraña es diametralmente opuesto: pareciera que un soplo inagotable le diera vida al tema seleccionado, sumergiéndose en él con precisión y exhaustividad, pero a la vez mostrando su carácter provisorio y abierto. El valor de este libro reside, entre otras cosas, en lograr mantener esta pluralidad del silencio, y de tejer una composición viva de materiales nada fáciles de reunir bajo una misma mirada.

Lo que consigue con esta persistencia –algo quijotesca– es también recuperar la alegría de la escritura, entendida como ejercicio de reunión significativa y enriquecedora de lo lejano y de lo diverso. Es una reivindicación del ensayo, entendido como género literario, pues se utilizan procedimientos de composición cercanos a las obras que estudia: inventa rutas nuevas, hace conversar a autores, sugiere sentidos, etc.

Se trata de experimentar, mediante el goce de la lectura y de la escritura –ese placer del texto–, las posibilidades e imposibilidades de conocer el silencio. Ese experimentar, o ensayar, no se agota en una conclusión, no podría hacerlo. Su pasión está en la ruta trazada. A lo largo del recorrido, se reinventan puntos de partida y de llegada, establece hitos que ponen a dialogar puntos antes desconectados. Crea un entorno en que las tradiciones se desplazan, sin perder el anclaje en sus respectivos contextos. Es más, crea “lazos de amistad” (p. 36) entre los autores reunidos. La generosidad de la autora se revela al no intentar apropiarse de las relaciones que establece, y al invitarnos a combinar nuevamente los elementos.

Quisiera terminar agradeciendo esta generosidad. No solo como amiga, sino también como autora de estos ensayos. Son un modelo de confianza en la tarea del lector. En una época en que las humanidades se ven enfrentadas a la necesidad de indexarse o de tener “impacto”, la apuesta de estos ensayos por tomar un camino distinto, no debería pasar desapercibida.