En boca de todos

En boca de todos es la acción que propuso el artista chileno Pedro Núñez (Santiago de Chile, 1958) para ser realizada el sábado 25 de junio recién pasado en la Plaza del Museo Reina Sofía (MNCARS), cuando un grupo de artistas relacionados con el movimiento del 15M se tomaron la plaza.

La idea era unir con segmentos de cinta adhesiva los chicles pegados en el suelo, procurando tan solo que las líneas no se cruzaran. Se trató de una acción colectiva que comenzó muchas veces y mucho antes de que tendieran la primera línea de cinta amarilla entre un chicle y otro, comenzó cada vez que alguien escupió al suelo su bolo de caucho ya descolorido e insípido.

Hoy la plaza está vacía y  resplandece bajo un calor de héroes y aún quedan bastantes vestigios de las constelaciones tendidas con algo más de 1800 metros de cinta, a lo largo de cinco horas y con la colaboración anónima y espontánea  de unas 20 personas.

Por si las moscas van al chicle.

Se buscaba una acción a la vez abierta, donde pudiera participar cualquiera que quisiera sumarse, que fuera polisémica y que a su vez invitara a la reflexión. Detrás del consumo de chicles, que es un fenómeno bastante global, está una industria poderosa y por otro lado está el acto de escupir, de desprendernos de aquello que nos ha dado satisfacción y que ya no nos sabe a nada, es un gesto mecánico, más bien inconciente, pero que encierra un enorme desdén por lo que nos rodea y por los demás. No es una cosa grave, aunque en algunos lugares se penaliza duramente, pero ahí está, es parte de lo que somos y de todo aquello que hacemos como si la cosa no fuera con nosotros.

Acá una entrevista a Pedro Núñez en Revista Lecturas.

Pedro Núñez.com

Breve Bio:

Mi formación como artista, ha sido rara, tardía y accidentada, dispersa y autodidacta. Mi escuela, han sido los libros, los museos, el parque del Buen Retiro, la luna, los paisajes asturianos y su profusión de verdes, las artes prehistóricas, arcaicas y tribales, los mitos, el arte del té, los ritmos de la Alhambra, las horas con mi padre, la poesía, el amor de Belén y la crianza de nuestra hija Emma Luna, los árboles, la vocación ejemplar de mi hermano Pablo, la libertad. La metodología, ha sido el trabajo, aun antes que comenzara a definirse en un estilo. Al principio me movía a ciegas y me daba igual producir una obra espantosa, entendía que antes de llegar a alguna parte tenía que salir mucha borra, material para quemar en las noches de san Juan. Luego vino el encuentro con los poetas Andrés Fisher, José Benito del Pliego y Rodolfo Franco: formamos el colectivo Delta Nueve y emprendimos una aventura fabulosa de donde salió una serie de publicaciones de poesía y varias exposiciones de obra gráfica, íntegramente producida por nosotros en serigrafía. Ahora estamos dispersos por el mundo, pero el proyecto sigue vigente. Delta nueve ha sido en mi formación algo así como el doctorado.