Claudia di Girólamo, entrevista

 

“hay una historia común con las personas que me conocen y esta es la manera de decir: “lo que he aprendido en estos 30 años es gracias a ustedes, por que sin ellos yo no habría permanecido en el tiempo, este es mi regalo.”

 

“No te ames a ti en el arte. Ama al arte en ti.”
Konstantin Stanislavsky.

El teatro es una escuela de llanto y de risa y una tribuna libre donde los hombres pueden poner en evidencia morales viejas o equívocas y explicar con ejemplos vivos normas eternas del corazón y del sentimiento del hombre, decía Federico García Lorca en sus charlas sobre teatro en 1935. Y Stanislavsky junto con esa ventolera de grandes dramaturgos (as) y teóricos del XIX-XX, como Jerzy Grotowsky y su teatro pobre, cuyas herencias se siguen discutiendo y aplicando en la mayoría de las escuelas de teatro de occidente, ofrecieron a la escena teatral los parámetros elementales de investigación de la naturaleza del actor y de la acción, de la observación y de la condición humana.

El teatro es también un espacio cargado de símbolos cuyos personajes deambulan entre lo terrenal y lo ficticio, y que tuvo durante años de grandes expresiones políticas el poder de levantar banderas como las que encumbró Henrik Ibsen y su “Casa de muñecas” con el valiente portazo de Nora a su marido, escena que gatilló una verdadera revolución entre las mujeres de la época quienes observaron a este personaje como un símbolo de los movimientos feministas de aquellos años.

Claudia Di Girólamo es una de las actrices más queridas y reconocidas del país con una trayectoria de más de 30 años y una sabiduría interna que nos recuerda a estos grandes escritores, que no por trascender se consideraron a si mismos como seres eruditos o de otros universos, y que guardan dentro de si, la humildad que consagra al artista en su carrera de simple espectador del panorama rico de la vida. En estos momentos se encuentra dirigiendo su segunda obra en formato de trilogía basada en textos de Beckett y del ruso Anton Chejov, llamada “Soy Tumba” en la ribera del rio Mapocho.

–Creo que los personajes femeninos de la dramaturgia como Virginia Woolf, los griegos, de Shakespeare o Ibsen tienen algo en común, que es una gran fortaleza, una libertad, pero que no coinciden con el lugar donde les tocó vivir, que no necesariamente son rechazados, pero si estigmatizados como seres excéntricos, entonces inmediatamente se les anula. Pero ellas llevan dentro de sí lo que todas nosotras somos; personas de mucha diversidad, fortaleza y libertad, sin caer en el mundo masculino donde son anuladas como ocurre con los personajes femeninos de Chejov.

-Me encanta la diferencia. Creo que las mujeres tenemos la capacidad de aceptar la diversidad con mucha más facilidad que los hombres, por que ellos inmediatamente tienden a encasillar ciertos conceptos y actitudes a un modo de vida y de discurso que es con el cual nosotros hemos crecido… educación formación, religiosidad, entonces cualquier atisbo de irse al margen como ocurre con esta obra es aplacada.

-Las mujeres que vivimos en el arte, tenemos la condición de ser no emotivas, pero si libres en el sentido de utilizar nuestras capacidades sin vergueta, los hombres son más conceptuales y esa forma de razonar les ayuda a tener una estructura mental que facilita la escritura, sin embargo en Chile tenemos grandes artistas plásticas, escultoras, escritoras como Diamela Eltit que admiro mucho y es un remolino, de una efervescencia enorme y de un imaginario casi inabarcable.

-La expresión más clara de la miseria es para mí la no pertenencia, de no tener familia social, familia política, religiosa, personas absolutamente solas, que no tienen la posibilidad de expresarse, y eso es por que nos hemos encaminado a un mundo super estricto y racional, de éxitos y excelencias, pero muy poco humano, donde no cabe el fracaso, y en los personajes de mi obra no cabe el fracaso. El mundo no está estructurado para que personas con imaginación tengan una cabida importante.

-El rio Mapocho siempre me ha interesado y es parte de la trilogía que estoy escribiendo y que tiene que ver con las personas que han vivido en el margen político, en el margen intelectual, en el margen del amor, y el río Mapocho tiene ese inmenso significado que es un lugar de basura y de desechos humanos, de tragedias sociales, políticas y humanas tremendas y lo que yo quise hacer es homenajear los cuerpos que fueron encontrados en el río durante la dictadura. Que nunca se les ha nombrado con el valor que merecen.

-Si no fuera actriz, mi segunda opción fue antropología y arqueología en la universidad del norte y quedé, así que si no hubiera sido en teatro, estaría cavando tumbas (risas).

-Un personaje histórico que rechazo de plano es Pinochet y todo lo que eso significa, y que admiro…yo creo que es la Gabriela Mistral, me gusta su poesía, la estudiado harto y me gustaría hacer un trabajo con algunos poemas que ella tiene de adolescentes embarazadas, sobre la maternidad, me gusta su delicadeza como mujer.

-Gabriela Mistral tenía ideales que van más allá de la poesía, ideales políticos, el derecho a la educación, el ser ecuánime, y sobre todo sobre los principios maravillosos que debe tener un educador básico, esa utopia del profesor básico, su sacrificio ya no existe.

-Creo que la televisión no sólo debería ser un instrumento de educación, sino de ser un retrato de lo que nosotros vamos viviendo y sintiendo, que vayan sintiendo el pulso del país, de la ciudad los canales por lo que he leído en entrevistas están apostando a una mayor diversidad por que parece que la censura esta siendo censurada y está siendo rechazada y el castigo es no ver simplemente un canal, eso los empresarios no se lo pueden permitir.

-En la serie que estamos haciendo ahora, La Quintrala, hay muchas escenas de desnudos, en tinas de baño, pero yo creo que la delicadeza está en como haces esa escena, por que al actor no le importa empelotarse si está hecho bien, pero tiene que ver con el ojo del director y necesita de un punto de vista bello. ¿Por qué hay películas que parecen tan notables y con tantas escenas de sexo y otras que parecen una mugre?

-Mis procesos creativos son súper largos…súper tediosos porque son obsesiones que no suelto, muchas horas de lectura, de estudio y trabajo, yo este proyecto lo tengo hace más de cinco años y para que se me armara en la cabeza tuve que leer toda la obra de Beckett, a Chejov, hacer un seminario de dirección, para plasmar en el país lo que quería decir, no quería que fuera un juego, algo realmente serio, que fuera un aporte.

-Me siento una persona afortunada y el hecho de haber compartido esta obra de una forma gratuita tiene que ver con todos los años que he crecido prácticamente con el público en el teatro y la televisión, ¡ya son como 30 años! hay una historia común con las personas que me conocen y esta es la manera de decir “lo que he aprendido en estos 30 años es gracias a ustedes, porque sin ellos yo no habría permanecido en el tiempo, este es mi regalo.”