Cecilia Pavón: Pequeño recuento sobre mis faltas. Por Natalie Séve

 

Cecilia Pavón: Pequeño recuento sobre mis faltas
Overol, 2015. 64 páginas.
$8.000

Por Natalie Sève

Compuestos por una galería de confesiones tan poco dañinas para el otro que rayan en el candor, los seis relatos cortos que componen este libro narran con ligereza las fallas cotidianas de una mujer.

La voz de Cecilia Pavón se abre a identificar las propias contradicciones que se elaboran en el pensamiento, y revela sus pequeños errores con tanta naturalidad que logra encantar con los raccontos de sus faltas.  Ante el lector se presenta como una espectadora pasiva, algo neurotizada por bolas de acción que no deja salir de sí y cuando se decide a actuar lo hace motivada por una fuerza expectante. Su voz se mantiene en un estado que por algún motivo paraliza y la hace permanecer la mayoría del tiempo detenida. Aunque se mueva para viajar o trabajar, finalmente sus acciones nunca resultan determinantes e invariablemente lleva sus movimientos hacia derrotas anticipadas.

Sus fracasos no son graves, pero sí van hilando con humor una trama de decepciones de la que no zafa. Estas pequeñas faltas son los impulsos por actuar en los acontecimientos, por hacer algunos cameos en donde es ella quien decide tomar la acción y al verla entre sus manos, realiza un mínimo desajuste en el guión: roba un frasco de demaquillante al organizador de un festival de poesía en Berlín, hace un recuento prolijo de la vida de cada una de sus carteras, gasta sus pocos ahorros en un viaje a la playa para ir a observar las nubes.

En todos los relatos hay un momento en el que decide hacer una intervención, poner un pequeño rayo de acción en su propia vida, tal como la voz de ese dios que titula el primer cuento y que grita “Do it your self” en la cabeza de la protagonista, mientras intenta escribir. Pero la voluntad no persiste más allá de ese gesto y el retorno a la banca la lleva a encontrarse con los desengaños y la inmovilidad.

Cecilia Pavón, desde el título ofrece una disculpa por no hacer algo, porque esas faltas por sobre errores son ausencias, logrando exponer con precisión a la desidia como gesto común de nuestra época. Su voz narrativa aborda cómo nos quedamos observando al borde del juego, llegando a creer que a través de mirar se vive, poniendo nuestra fe en la realización de uno por medio del otro. La mujer de estas historias hace un pequeño intento para pronto desistir, convenciéndonos de que entre hacer y no, después de todo, no hay tanta diferencia.