Bruno Lloret: Nancy. Por Juvenal Romero Pérez

 

nancy lloret

Bruno Lloret: Nancy
Editorial Cuneta, 2015
142 páginas
$7900

Por Juvenal Romero Pérez

Narrar una historia llena de acontecimientos intensos y dramáticos no es una empresa sencilla, con facilidad se puede caer en el cliché, acercándose más al guion de un culebrón mexicano o venezolano (colmado de personajes ciegos, inválidos, que han quedado sin memoria, o de mujeres que les han robado sus bebés y que luego pierden la cordura) que a un texto literario de calidad. Pero Bruno Lloret (1990) lo logra con maestría en Nancy, su primera novela. Con una historia sencilla pero profunda, el autor consigue introducirnos en el mundo narrado, sin enjuiciar ni calificar moralmente el actuar de los personajes.

Nancy, protagonista y narradora de esta novela, es una mujer mayor que en su lecho de muerte a causa de un cáncer terminal, rememora los periodos más importantes de su vida, principalmente los de su adolescencia en un pueblo del norte de Chile, que ella solo llama Ch.  Múltiples personajes dan vida al relato autobiográfico de la protagonista: la mala madre, papá tonto o papá santo, el hermano, el gitano Jesulé, su marido Tim  y su amiga Isidora, acompañan a Nancy en este recorrido, pero la protagonista está unida a todos ellos por un designio de fatalidad tan árido como el espacio geográfico que sirve de telón de fondo a esta narración. También el retrato de ciertos actores sociales es relevante en la construcción discursiva del relato, así la imagen de cristianos evangélicos y gitanos acompañan a Nancy en las vicisitudes que relata a Isidora.

La pérdida como tópico literario es la matriz argumentativa de la historia, quedando de manifiesto, por ejemplo, cuando Nancy recuerda la partida de su madre: “Pero los diablos que andaban siempre rondando quisieron que mi madre huyera, se fuera para siempre, a vivir al puerto grande”, o cuando nos relata la pérdida de su hermano: “El mismo día de mi cumpleaños el Pato dijo: Me voy a buscar pega al puerto grande. Sólo lo volví  a ver cuando nos visitaba durante las vacaciones”, luego la narradora concluye “hasta que el Pato desapareció fuera de una disco”. La utilización de la analepsis como recurso temporal nos sitúa en diferentes periodos de la vida de Nancy, permitiéndonos conocer cómo el tópico de la pérdida se repite como un eje circular que siempre lleva a la protagonista de regreso a donde mismo.  Esta misma idea se puede percibir en la utilización de las “equis” (X) como recurso estético-visual, un conjunto discontinuo de estas pueblan las páginas de la novela con variadas representaciones temáticas, que junto con la palabra (ya que sin las “equis” la novela perdería potencia) modelan el discurso narrativo que sostiene la historia. Por ejemplo la primera página de la obra es un conjunto de equis que emulan la mitad de un reloj de arena, mientras que la última página representa el reloj en su totalidad, simbolizando el fluir constante del tiempo y la fugacidad del ser humano.

Sólo me queda decir que Nancy es una obra que merece ser leída. Es una novela que fluye con sencillez, de rápida lectura, pero no por ello simplista, por el contrario, coquetea con temáticas existenciales del ser humano. Sus personajes son todos verosímiles y por ello reconocibles, a pesar de la sordidez de sus acciones (la madre que abandona a sus hijos, el marido alcohólico). Y una protagonista que, con su infantil inocencia, pero también con su lujuria juvenil y con su dolor adulto, enamora al lector.