Bertolt Brecht: Obra inacabada

 

Por Bernardira Lira Manríquez.

Bertolt Brecht: Obra inacabada
Traducción: Miguel Sáenz
La uña Rota. Segovia, 2011. 230 pp.
16 €

“Bertolt Brecht era muy flaco y tenía una cara de hambre que parecía ligeramente torcida por la gorra; sus palabras llegaban rígidas y entrecortadas, daba la impresión de ser un prestamista que lo iba tasando todo con sus penetrantes ojos negros”.

Así presenta al autor el biocollage de anotaciones escrito en la solapa  de Obra inacabada.  De Brecht parece saberse mucho, aunque poco y algo confuso. Teatro épico, extrañamiento, prosesus, realismo dialéctico, son citas recurrentes a la hora de hablar de teatro con pendiente política. Muchas veces, la mayoría, una pendiente que cae en la división del mundo entre pobres y ricos como si sólo de eso se tratara.

Si miramos con un poco más de atención y asumimos su cara de hambre como parte de una fisonomía y no como un recurso misericordioso, podremos adentrarnos en la obra del autor  y conocer el carácter altamente político de su trabajo. Político mucho más allá de cualquier tipo de politiqueo evidente. Político en cuanto a las problemáticas de la vida en sociedad, el  relacionamiento humano, la competencia, el poder de adquisición, el símbolo del poder.

Brecht no habla simplemente de conflictos de clase como parece entenderse e insistir con su obra. Brecht plantea un conflicto entre seres humanos, seres complejos como sus personajes, confusos, llenos de convicciones, capaces de reflexionar ante una situación que los afecte frente a otros y de hacer  un propio juicio que los saque aparentemente triunfantes del problema. Personajes conscientes de su realidad, pero incapaces de modificarla, ya sea por el gran contexto abrumador  político o social, o por la situación inmediata en que hayan sido insertos. Los individuos brechtianos no son “buenos” o “malos”,  aunque si hay opresores y reprimidos, y reprimidos opresores a su vez, como parte del carácter dialectico de su obra, donde más allá del lugar que les toque representar, los personajes/ narradores reflexionan en voz alta y a partir de ese gesto permiten que el lector/espectador mire con la suficiente distancia como para comprender el asunto.

“Quienes temen a Brecht temen justamente que la falsa ilusión del capitalismo sea confrontada con lo real del capitalismo”, dice Cesar de Vicente Hernando en el epílogo ¿Quién teme a Bertolt Brecht?, parafraseando al dramaturgo norteamericano Edward Albee, autor de ¿Quién teme a Virginia Woolf? comentando y aludiendo a las falsas ilusiones que vivimos como lo real, la mentira del bienestar capitalista ante su realidad empírica. Brecht llama realismo dialéctico  al desvelamiento de la realidad que practica en su obra, a lo que añade los efectos de extrañamiento, que en palabras de Vicente Hernando son “procesos que deben materializar la contradicción entre la ideología dominante y la realidad social; o más precisamente entre la realidad y lo real”. Todo esto para argumentar la vigencia de la obra brechtiana y su fuerza crítica ante las falsas ilusiones de la sociedad capitalista, también,  aún vigente.

Al comienzo de la lectura de Obra inacabada pensé en ésta como su obra inconclusa,  donde se enuncia una historia de poética  brechtiana reconocible, con ciertos rasgos abstractos y absurdos a ratos. Obras sin puerto donde lo único seguro es un olor a muerte  insoportable.

Esto hasta finalizar el segundo fragmento, Gösta Berling y entrar en Caída del egoísta Johann Fatzer, y luego en La panadería, momento en que el libro comienza a tomar una forma inesperada, gruesa, de pulso denso. De inacabada, nada. Aunque sí, inacabada, ¿pero a qué se refiere esto?

Brecht pone en la paleta una humanidad llena de contradicciones, donde la uniformidad es inexistente y, si bien eso ya lo conocemos, de eso se trata la escritura brechtiana, se logra comprender su obra en la visualización del proceso constructivo de ésta, se logran comprender sus Escritos sobre teatro, su trabajo escénico se transparenta aquí.

Como es característico en Brecht, estos textos muestran los lados opuestos o diversos de un argumento, lo que permite al lector conocer cada parte del discurso y  mirar a los personajes desde el contexto que los sostiene y determina su actuar.

Dentro de las obras más destacadas del libro esta Caida del egoísta Johann Fatzer,  una de las más reconocidas por diversos autores, entre ellos Heiner Müller quien en 1978 recoge el material Fatzer y estrena, a su modo, claro, Caída de Fatzer el egoísta. El material Fatzer fue trabajado por Brecht entre 1927 y 1930 y cuenta la historia de cuatro soldados alemanes que desertan  a finales de la primera guerra mundial, abandonando el frente del oeste para contribuir  a liquidar la guerra. Fragmentos de este argumento se presentan en Obra inacabada, seis o siete situaciones desarrolladas que permiten comprender una compleja dramaturgia crítica y establecer un lenguaje narrativo coherente.

La panadería es otro texto  que con pocas escenas, no consecutivas,  construye un universo narrativo perfectamente abordable desde la puesta en escena y la lectura misma. Abiertamente épico en la concepción brechtiana, sus personajes  describen  la  situación que representan, como si se tratara de aquellos carteles explicativos que Brecht ponía en escena, generando la distancia o distanciamiento o extrañamiento que el autor proponía para su teatro, aquí claramente como dramaturgia, la acción dramatúrgica en boca del personaje:

Flamm entra: ¡Buenos días, señor Meininger! Soy Flamm, el agente inmobiliario, y estoy haciendo mi ronda.

En La panadería, la dialéctica se plantea con claridad en cada acción que ejecuta un personaje sobre otro en grados de poder piramidal, desde la industria, la banca, la empresa inmobiliaria, el dueño de la panadería hasta los sin trabajo, desarrollando una estética del poder a través de la producción y el servicio puesto en el oficio de los personajes que cuentan la historia.

El extrañamiento aplicado en esta obra, permite que en determinado momento los personajes comiencen a narrar los hechos en tercera persona, poniéndose en el lugar del Coro brechtiano, sin serlo:

Los ST (Los sin trabajo):
Lanzad la comida, gritaban los Sintrabajo,
Transformando estremecidos su debilidad en
Valor

Los Inquilinos:
Y defended la propiedad, gritaban los
Propietarios, duplicando
Sus proyectiles…

Otro ejemplo de este mecanismo brechtiano podemos leerlo en  Vida de Confucio, donde introduce  el juego de la representación en los niños de una sala de clases oriental;  parecido a lo que ocurre en De donde no hay nada, no se puede sacar nada, donde derechamente los personajes son Actores que luego representarán la situación de un pastor de vacas contratado por otros pastores de vacas por tres cortezas de pan diarias para que no fracase en su misión, lo que por su puesto fallará. Por otro lado un Pensador que parece ser una voz sarcástica del autor para referirse a ciertos desajustes de los actores, en Discurso del Pensador a los actores dice “No actuéis como si todo lo que hace el hombre fuera comprensible. No me lo acerquéis demasiado sino alejádmelo, para que pueda verlo mejor”.

Y no entraré en detalles con Aníbal, La verdadera vida de Jakob Geherda ni Danza macabra de Salzburgo, por nombrar todos los fragmentos teatrales de esta edición.

Como apéndice final, el libro añade Ejercicios para actores, escenas escritas para ser representadas paralelamente a Macbeth y María Estuardo; y escenas que no deben ser representadas más que en los ensayos de Hamlet o Romeo y Julieta. Escenas- ejercicios  que tienen la finalidad de ayudar a los actores a comprender situaciones y  decisiones de ciertos personajes, que no se explican en los originales, llenando un vacío en el argumento reflexivo de esos clásicos y contribuyendo al distanciamiento de éstos para la representación teatral.

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