Álvaro Bisama: Deslizamientos. Por Joaquín Escobar

 

Álvaro Bisama: Deslizamientos
Ediciones Universidad Diego Portales, 2016
216 páginas
$15.000

 

Por Joaquín Escobar

Álvaro Bisama dice que le gusta tanto leer como ver televisión. Una opinión que dentro de la academia ha generado ronchas, pues encuentran incompatible algún tipo de relación entre alta y baja cultura. Lejos de los postulados decimonónicos, el crítico viene a demostrar que pueden convivir Bob Dylan con Tonka Tomic, Enrique Lihn con Mónica Pérez, es decir, la superficialidad de la televisión y las diversas formas en que se manifiesta la cultura. Crónicas y artículos de esta índole reúne Deslizamientos, su último libro, recientemente publicado por Ediciones UDP. Escritos durante los últimos quince años en medios como Página 12, La Tercera y Etiqueta Negra, asistimos a una máquina híbrida donde su pluma transita por rieles que parecen irreconciliables.

El texto que abre el libro es “Fábulas de reconstrucción”, una enrabiada crónica que retrata los innumerables incendios que han afectado Valparaíso. Los carnavales culturales y su condición de patrimonio de la humanidad esconden la miseria y la pobreza de una ciudad que habita un abismo cíclico. Valparaíso vista como una isla de sobrevivientes.

Cruda y certera es la crónica sobre Ricardo Canitrot. El personaje del Jappening con Ja es desnudado y sometido a un análisis: ¿Cómo es posible que haya tenido tanta impunidad para poder transitar de noche en una ciudad completamente sitiada? A pesar de sus constantes atrasos y resacas jamás fue despedido por sus jefes –sólo amenazado- como si fuera parte de esa grisura que operaba en forma servil a la dictadura: “Alarcón, con su carisma disfrazaba esa ubicuidad torcida que el personaje ejercía”.

En Deslizamientos podemos observar la forma en que se traza una ciudad. Un espacio que en su constante transformación funciona como un lugar heterogéneo del cual se apropian distintas acciones, casualidades y personajes. Desde un quiltro negro –guardián de las prostitutas– que muerde a los paseantes del Parque Bustamante hasta una maratón de 1800 horas que sirvió como una forma de manifestación contra la educación de mercado, una visita al Club Amanda: lugar que albergó uno de los últimos conciertos de Jorge González.

Punzantes, iluminadores y precisos, los artículos ponen la lupa en detalles huidizos que significan, es decir, cualquier referencia mínima puede funcionar como objeto de análisis; que Bob Dylan haya comenzado uno de sus últimos conciertos –en forma posterior a ser galardonado con el Nobel– con la canción “Things Have Changed” no es casual, para el autor, es una señal del hermetismo de su silencio. Igualmente de lúcida es “La friend zone”, una reseña que reivindica a Homero Arce –amigo y transcriptor de Neruda– que fue golpeado salvajemente en un cuartel clandestino durante la dictadura. Excluido, por decisión de Matilde Urrutia, de Confieso que he vivido, su vida junto al bate transcurre entre amores cruzados y mentiras piadosas. Bisama se desvela preguntándose por qué nunca nadie ha escrito una novela sobre Homero Arce.

Deslizamientos tal vez funciona como un cuaderno de apuntes literarios. Hacia el final del libro, hallamos hipótesis sobre Lemebel, Bertoni y Germán Marín. Enumeradas y ejemplificadas, todas funcionan como relecturas interesantes y certeras, sin embargo, la reivindicación que Bisama realiza sobre el creador de El palacio de la risa es la más significativa. Propuesto como un creador melancólico y rabioso, Marín añora bastante más que la Unidad Popular; su nostalgia es de la bohemia de mediados del siglo XX. Los hoteles y los bares que el mal entendido progreso destruyó y que las páginas de sus libros añoran devolver para nunca dejar de habitar.

Un libro necesario y entretenido que mediante crónicas ensayísticas entrega reflexiones certeras que van de Eugenides a X-Files, de la virgen de Pinochet a las series de Carlos Pinto. Una compilación personal donde encontramos una caja de cachureos donde todo se examina bajo una lupa rigurosa, lúcida e implacable.