A partir de Black, black, black (Anagrama)

 

“… tengo una visión de la capacidad de la literatura mucho más optimista. Por otra parte, acá me ciño específicamente a Black, black, black, para mí era muy importante, que en el centro de la novela, hubiera un diario que estuviera explicando la enfermedad de una mujer, porque en la novela se habla de la enfermedad en dos niveles; por una parte de la enfermedad social, una sociedad enferma, violenta, mezquina, que está sistémicamente podrida, pero además de eso, en una sociedad como esa es muy normal que genere un tipo de literatura que también está enferma, donde hay un tipo de escritor enfermo y un tipo de lector enfermo.”

 

¿Cómo surge esta novela?
 
Esta novela surge, primero de una anécdota familiar y segundo, de un análisis de lo que es el campo literario español en este momento. La anécdota familiar tiene que ver con que mi padre, que es un hombre que siempre está muy atento a las cosas que yo hago, por eso es mi padre evidentemente. Ya aburrido de que escriba novelas y que tengan una repercusión importante dentro del mundo de la crítica, pero que no lleguen a mucha gente, que no tengas muchos lectores, me dijo: hija mía, tú tienes que escribir una novela que se tiene que llamar Black, black, black, y yo le dije bueno, vale. Pero la cosa quedó allí. A partir de esa idea de mi padre, yo llevaba muchos años percibiendo que para tener éxito, o cierta repercusión dentro del campo literario de la novela española, tenías que escribir a la fuerza novelas negras, de alguna manera tenían que ser negras o incorporar elementos de novela negra y entonces eso a mí me parecía una especie de tiranía y un aburrimiento. Entonces a partir del título Black, black, black yo quería expresar dos cosas: primero, el amor al género, porque a mí me interesa mucho, me interesa, sobre todo en la parte política y de la posibilidad de crítica social, pero también Black, black, black es como un balbuceo, una repetición, el bla bla bla, como si todo tuviera que ser ahí.

 

Black, black black es una novela donde la trama pasa a segundo orden. La pregunta sería entonces ¿por qué pasa lo que pasa? ¿Es esta novela una porción de reflejo de la sociedad madrileña a partir del crimen?
 
Es una pregunta súper compleja. Es una novela donde la trama pasa a segundo plano relativamente. Porque es verdad que es una novela que no se ciñe a las tramas convencionales de la novela negra, donde lo importante es siempre lo que va a pasar, y el lector lee con esa avidez propia de los discursos de seducción, pero sin embargo la trama es un elemento muy importante, en el sentido que se rompe, se quiebra, se interrumpe y entonces esa interrupción de la trama es lo que hace al lector formularse preguntas. Por otro lado, si que es verdad que en la novela se quiere reflejar un poco también es la mezquindad, la violencia del sistema en el que estamos viviendo todos, donde se parte un poco de la base de que las personas que matan no matan porque sean malos o sicópatas, sino porque vivimos en un sistema intrínsecamente violento. Yo no quería que la trama fuera un elemento distractor de lo que yo quería contar, que es la atmósfera, el ambiente donde vivimos hoy.
 

Entonces existe una trama, que va un poco por abajo…

 
Existe yo creo un caldo de cultivo, una especie de fermentación de la violencia que se refleja en todas las acciones de los personajes, desde las acciones criminales a las no criminales. Hay algún crimen concreto, pero hablo de otra violencia: la violencia que se ejerce contra las personas mayores, la violencia que se ejerce contra las mujeres, la violencia que se puede llegar a ejercer contra los niños. Entonces todo eso forma parte de la música ambiente con la que nosotros vivimos cotidianamente y seguramente eso es lo más importante en la novela. No es tan importante saber quién es el asesino, quién es la asesina, sino que estamos conviviendo con total normalidad, con eso, todos los días.
 

Pensando en el discurso de seducción del que hablas, a mí me pareció que en Black black black, el personaje Arturo Zarco era el lector seducido…

 
Me gusta mucho que hayas dicho eso del lector seducido, porque no me lo ha preguntado nadie, porque evidentemente Zarco es un lector seducido. No solamente seducido sino abducido por toda la parafernalia de un género. Él se hace detective por la parafernalia del género, a él le gusta el aspecto que tienen los detectives, le gustan las mujeres fatales, le gusta el género negro. Entonces esa cultura es una especie de droga, una especie de anestésico que le impide ver la realidad. Por eso es necesario que Paula irrumpa.  Ella es un ser que toma mucha más distancia de lo cultural o reinterpreta la cultura de una manera que la ayuda a ver, no a no ver.
Para Zarco por el contrario la cultura es algo que le aliena completamente y que lo hace no ver las cosas que tiene delante. Ahí está esa doble visión de la cultura que creo muy interesante, que tiene que ver con la idea de un poeta español llamado Juan Manuel Rico, con la metáfora del muro transparente, en el sentido de que, a medida que tu vas acumulando conocimientos y experiencias culturales pueden pasar dos cosas diferentes: una que ese muro se transforma en un muro opaco que te impide ver más allá de lo metaliterario, de lo cultural o que esos conocimientos culturales, esas experiencias de lectura te ayuden a ver mucho mejor o mucho más allá.

 

¿Hay alguna injerencia de Zarco en la misma narración, quedando un poco al borde de la caricatura de si mismo?

 
Zarco por una parte tiene un componente muy humano, pero evidentemente es un personaje que tiene algo de caricaturesco, en como se pone sobre sí mismo toda esa parafernalia que él tanto admira.

 

Cómo dibujaste a los personajes, en especial a Arturo Zarco… era muy fácil caer en la caricatura, en lo vulgar. Zarco es un detective gay…

 
El hecho de que Zarco sea gay no es anecdótico, ni divertido. El hecho de que Zarco sea gay tiene que ver de que además de que sea un lector seducido, también es una víctima de la violencia, porque Zarco durante muchos años ha sido un gay reprimido y ha sido un gay oculto y ha sido un gay que se ha casado y no se ha casado por maldad, sino que se casa inducido por la presión de tipo social. Y luego había otro elemento importante para que Zarco fuera gay y es el tipo de interacción que establece con Paula. Hay en muchísimas series de televisión y novelas, un personaje femenino y uno masculino, que a lo largo de la narración mantienen una especie de tensión sexual no resuelta. Eso es lo que nos gusta, eso es lo cool de las relaciones. Acuérdate por ejemplo en Expediente X, de Mulder y Scully, ellos jamás se tocan, un día se dan un beso y tal. Yo quería en cambio dos personajes que no sólo tuvieran la tensión sexual completamente resuelta, sino absolutamente finiquitada y que eso fuera una causa incluso de resentimiento entre los dos, porque a través de la conversaciones de Zarco y Paula yo creo que también estamos reflejando eso de los discursos de seducción, ese tira y afloja, donde el discurso es un elemento para dominar al otro, para seducir al otro, para mantenerlo en vilo, para engañarlo. Para, como te decía al principio, dominarlo.

Se incluyen, dentro de este imaginario marroquíes y sudamericanos. Con ellos la expresividad del texto se sitúa en la pronunciación particular del castellano. También hay innumerables referencias de alto tono; cuadros de las vacas abiertas de Chaim Soutine, por ejemplo o al Azul Klain International. ¿No temiste en algún momento que se te pasara la mano con estos recursos –tan bien logrados a mi juicio- y provocar en el lector alguna molestia?

 
El hecho que aparezcan tantas referencias cinematográficas, tantas referencias de lo que podemos relacionar con alta cultura, como tú decías, los bodegones de Soutine… No es en la novela un hecho premeditado como tal, sino que es algo a lo que me llevó la construcción del personaje de Zarco. Yo parto de lo que es la mirada del personaje y Zarco si que es un personaje culturalista, un personaje completamente seducido por la cultura. Eso tenía que estar ahí, porque es la manera de mirar de él. En que medida eso puede sumar o restar lectores… eso a mí ya no me interesa, porque más allá de la broma de mi padre lo que me interesa es saber hacer un artefacto narrativo que fuera coherente. Prefiero apostar por la coherencia aunque eso me suponga la pérdida de lectores. Y prefiero apostar por una visión de la literatura que implique cierto riesgo que por la acomodación.

 

¿Son Clemente y Luz Arranz personajes decimonónicos, conservadores y enfermos? Dice Luz Arranz: “Al responderle parece que estoy muy enfadada. Pero no estoy enfadada. Sólo tengo la boca seca y muchas ganas de sentarme en un asiento de autobús que me devuelve a mi barrio, a mi piso, a mi alcoba”. Esto podría estar situado  después de la llegada de la democracia a España…

 
Esta novela en realidad la ambiento ahora. No son tantas las cosas que han cambiado desde la democracia española. Si tú te das una vuelta por los barrios de Madrid y te metes en comunidades de vecinos, como las comunidades en las que por ejemplo yo vivo, te vas a encontrar con ese tipo de personajes con una formación rancia y que están coexistiendo con otros personajes más modernos y con otra mentalidad. Quiero decir que eso es un residuo, es algo que nos queda de nuestra educación sentimental, de nuestra educación política y de la historia que hemos vivido. Entonces pensar que lo tenemos todo superado y que de un día para otro el mundo cambia y las cosas se iluminan a mí me parece una ingenuidad.

A propósito de la enfermedad y la literatura Bolaño escribe: “Cuenta Canetti en su libro sobre Kafka que el más grande escritor del siglo XX comprendió que los dados estaban tirados y que ya nada le separaba de la escritura el día en que por primera vez escupió sangre. ¿Qué quiero decir cuando digo que ya nada le separaba de su escritura? Sinceramente, no lo sé muy bien. Supongo que quiero decir que Kafka comprendía que los viajes, el sexo y los libros son caminos que no llevan a ninguna parte, y que sin embargo son caminos por los que hay que internarse y perderse para volverse a encontrar o para encontrar algo, lo que sea, un libro, un gesto, un objeto perdido, para encontrar cualquier cosa, tal vez un método, con suerte: lo nuevo, lo que siempre ha estado allí.”
¿Puedes relacionar esta cita con tu literatura?

 
Respecto a esta cita de Bolaño, que me parece muy inteligente, muy certera, hay dos cosas que a mí me gustaría decir. Yo creo que es verdad que en el mundo en el que estamos viviendo este momento, la pulsión del que escribe puede ser considerada una especie de enfermedad, en el sentido de que nos han hecho creer que la literatura es algo que no sirve para nada. Que la literatura no tiene ningún tipo de rentabilidad del punto de vista social. Que tú no puedes mirar el mundo de otra forma o intentar transmitir a los demás una visión del mundo que sea diferente a partir de la literatura. Si uno parte de esa visión de la literatura, siempre la escritura va a ser algo viciado y algo vicioso, porque no tiene ninguna finalidad más allá del placer del escritor.

Yo por una parte estoy en contra de esa idea, tengo una visión de la capacidad de la literatura mucho más optimista. Por otra parte, acá me ciño específicamente a Black, black, black, para mí era muy importante, que en el centro de la novela, hubiera un diario que estuviera explicando la enfermedad de una mujer, porque en la novela se habla de la enfermedad en dos niveles; por una parte de la enfermedad social, una sociedad enferma, violenta, mezquina, que está sistémicamente podrida, pero además de eso, en una sociedad como esa es muy normal que genere un tipo de literatura que también está enferma, donde hay un tipo de escritor enfermo y un tipo de lector enfermo. Entonces el hecho de esta interpolación tan larga del diario de Luz, hablando de su menopausia, de sus insatisfacciones, de si había fumado dos o tres cigarrillos, de si había tomado o no sus pastillas, es un poco el reflejo expresivo, literario, de toda esa sociedad enferma.

 

En la presentación de este libro dices “la trampa se hace desde la ficción, y la vida es mucho menos tramposa y más sencilla” ¿es esta una declaración de intereses?

 
En la vida cotidiana nos quieren un poco borrar la idea de que hay causas que se relacionan con efectos. Vivimos en una sociedad líquida. Parece que todo pasa y nadie sabe muy bien porqué pasa. Parece que vivimos rodeados de misterios. Cuando un marido asesina a su mujer decimos Cielos, que cosa más sorprendente, cómo ha podido ser, si era un vecino normal. A mí me parece que eso, desde los medios de comunicación se genera un falso misterio, que lo que hace es impedirnos ver que en la realidad hay relaciones de causa efecto, lo que tiene que ver con la falta de capacidad de decisión de los sujetos, con la alienación, con la desigualdad, con la falta de recursos económicos. A mí todo lo anterior, me parecía muy importante subrayar en la novela.

 

Entonces el problema es mucho más sencillo de lo que parece…

 
Nosotros podemos hacer trampa en la manera de hacer las cosas; cuando lo envolvemos todo en ese velo de seducción, que se puede hacer desde la literatura, o lo que es todavía más peligroso: desde los medios de comunicación.

 

¿Es el escritor un detective?

 
Tal y como se plantea en la novela sí, porque la combinación que hacen Paula y Zarco, ese personaje que no ve y ese personaje que sí ve, pero en el fondo están los dos convencidos de lo que decíamos antes, de que las trampas están en la ficción, en cómo se cuentan las cosas, de que la vida es mucho más sencilla. Me parece que tiene mucho que ver con el trabajo de observación, fundamental para mí, que tiene que hacer todo escritor. Para mí todo escritor, además de tener aptitudes literarias y saber resolver bien técnicamente los problemas que le planea el texto, a mí los escritores que me interesan son los que han mirado de otra forma y que han sido grandes observadores y grandes investigadores y grabadores de su tiempo.

 

“Un boxeador nunca debería arrepentirse de sus golpes”… ¿Qué pasa cuando el escritor madura, cambia y le es doloroso mirar las páginas que alguna vez escribió?

 
Yo no me arrepiento de ninguno de mis golpes. Hasta este momento he escrito siete novelas, de hecho la primera novela que escribí en el año 1995 (El Frío, Debate), la van a reeditar el año que viene, porque han pasado ya quince años de la publicación de esa novela. Yo no me arrepiento de ninguno de mis golpes literarios, porque creo que cada uno responde a un momento concreto, por una parte de lo que ha sido mi trayectoria biográfica, mis necesidades de contar cosas y también de la mirada que he tenido en cada momento de la sociedad. Lamentablemente mi visión básica de la sociedad a los largo de estos últimos quince años tampoco ha cambiado tanto. Ahora, entiendo perfectamente que haya escritores que en un momento determinado, tengan una crisis existencial, tengan un cambio de cosmovisión y reculen o se arrepientan de lo anterior. Me parece completamente humano.

Claudia, la escritora social dice: “Se lo aseguro. Yo preferiría escribir otro tipo de novelas. Me gustaría meterle el dedo en el ojo al lector. Romperle los cristales del monóculo. Mientras tanto, soy cobarde y solo miento.” ¿Es posible meterle el dedo en el ojo al lector y romperle los cristales del monóculo cuando lo que prima es el mercado, la marca del escritor?

 
Esa es la responsabilidad y el riesgo que deberíamos asumir todos los escritores para los que la lectura y el mercado no es exactamente lo mismo que la literatura. Esto lo deberíamos tener todos más o menos claro. Ahora claro, se asume un riesgo muy grande y ese es no encontrar esa marca y ese público meta que te consuma, en el sentido de que compre tus libros y te permita seguir publicando, porque claro, las editoriales pretenden esto. Uno de los retos más grandes de Black, black, black y esto lo repito siempre, porque me parece fundamental, era no dirigirme a los lectores como si ellos fueran clientes, sino como lectores, lectores activos. En ese sentido me he encontrado con reacciones muy diversas. Yo sabía que esta novela, para los que son fanáticos fagocitadores ortodoxos de la novela negra les iba a crear un rechazo, porque no responde al canon de lo que está establecido. De hecho hay una crítica al enviciamiento del género, a la repetición. También sabía por otra parte que para un lector muy intelectual la novela podría defraudarle en el sentido de que digan ay una novela negra, qué horror, cómo es posible que bajes de las alturas para escribir una novela negra.

Me he encontrado con esas reacciones pero también me he encontrado con otro tipo de lectores, que eran seguramente a los que yo me estaba dirigiendo, que han sabido entender la crítica metaliteraria, social y literaria que implica la novela. En ese sentido estoy muy satisfecha porque he metido el dedo en el ojo y también he encontrado y he provocado iras como también he encontrado gente que le ha gustado mucho la novela.
 

¿Escribir es para ti una forma de aliviarte, de sanación como para Luz Arranz? “La proyección es un método de defensa. Cuando empiece a proyectarse es muy posible que se sienta mejor”

 
Para mí la escritura no es una forma de aliviarme. Es algo inevitable. No me planteo se me alivia o no me alivia, porque eso es muy relativo. Cuando tú te obligas a mirar, a contar, ese esfuerzo de comunicación con los demás y ese esfuerzo de introspección, muchas veces en lugar de suponer un alivio es un dolor y es una dificultad. A mí realmente mi literatura no me alivia nada, por eso dentro de la novela, hay esa crítica de la que hemos hablado antes a la literatura enferma. Igual que yo creo que no debemos partir de la base de la literatura enferma, tampoco creo que la literatura deba entenderse como un placebo, como un anestésico, ni para el que escribe ni para el que lee.

 

¿Qué representan las mariposas de Olmo en la novela?

 
Olmo, en la novela, al igual que Zarco, dentro del género negro que es un detective muy peculiar, con su culturalismo, con su homosexualidad, y por otra parte Olmo es la mujer fatal de la novela. Esta novela tiene una especie de mujer fatal bifronte. Por una parte podría ser Luz Arranz y por otra parte su hijo (Olmo) que es quien genera la fascinación total en el detective, que se enamora y si al amor le sumas el culturalismo el pobre Zarco si que no ve nada. Olmo, como mujer fatal, tenía que estar rodeado de elementos que fueran estéticamente fascinantes. El tema de que Olmo esté rodeado de mariposas y que al mismo tiempo sea daltónico, forma parte de su atractivo como mujer fatal. Y por otra parte yo quería hacer un homenaje a esa película que a mí me gustó tanto llamada El Coleccionista. Era este tipo que termina coleccionando mujeres. Es toda esa parafernalia que rodea a la mujer fatal. Igual que las mujeres fatales se visten con lentejuelas, fuman sin filtro y están siempre perfectas, con sus ojeras corridas y sus pestañas postizas, pues Olmo tiene sus mariposas y su encanto adolescente.

 

Y en las alas de las mariposas había unos ojos…

 
Los ojos de las alas de las mariposas yo creo que están haciendo referencia a la capacidad de ver más o menos distorsionada que hay en la novela de distintos personajes. Sobre todo a la capacidad de ver distorsionada de Zarco, del que ya hemos hablado y de Olmo que es daltónico. Un elemento que creo muy importante en la novela es el color. La novela empieza en blanco y negro, que es como Zarco visiona la realidad a partir del filtro de la novela negra. Solamente cuando se quita las gafas de sol que lleva puestas y entra a la comunidad, empieza a ver los colores. Los colores se utilizan en la novela como un elemento para resaltar lo que el lector debería ver.

Mayo de 2011, Madrid.

El día 2 de noviembre de 2009, un jurado compuesto por Salvador Clotas, Paloma Díaz-Mas, Luis Magrinyà, Vicente Molina Foix y el editor Jorge Herralde, otorgó el XXVII Premio Herralde de Novela, por mayoría, a La vida antes de marzo, de Manuel Gutiérrez Aragón.
Resultó finalista Providence, de Juan Francisco Ferré.

También se consideró en la última deliberación la novela Black, black, black, de Marta Sanz, excelentemente valorada por el jurado, que recomendó su publicación.

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